Por Dylan Terrel
Ubicado en la Cuenca Alta del Río Laja, que abarca siete municipios del norte del estado de Guanajuato, San Miguel de Allende depende casi exclusivamente del agua subterránea para cubrir sus necesidades hídricas. Cada vez que abres un grifo en casa, estás usando agua extraída de un acuífero subterráneo que abastece a más de 740,000 personas en nuestra región. Lamentablemente, los niveles de agua en esta zona están disminuyendo a un ritmo alarmante —entre 0.5 y 2 metros (hasta 7 pies) por año—, lo que la convierte en una de las zonas con mayor sobreexplotación hídrica del mundo.
Además, el agua que queda está cada vez más contaminada con arsénico y flúor, sustancias extremadamente difíciles de eliminar y asociadas a diversas enfermedades crónicas, como fluorosis dental y esquelética, problemas de desarrollo y aprendizaje en niños, e incluso varios tipos de cáncer.
Durante más de 13 años, Caminos de Agua, una organización local sin fines de lucro, ha trabajado para abordar estos problemas en nuestra cuenca y más allá. Nuestro enfoque combina procesos sociales y tecnológicos: identificamos los problemas mediante nuestro programa de monitoreo de agua, creamos conciencia a través de programas educativos, desarrollamos e implementamos soluciones de agua limpia junto a las comunidades más vulnerables y una amplia red de socios académicos mexicanos e internacionales, e impulsamos la participación de gobiernos y otros actores clave para ampliar nuestro impacto.
A lo largo de los años, en colaboración con organizaciones locales, grupos comunitarios, otras ONG y gobiernos locales, hemos construido más de 1,500 sistemas de captación de agua de lluvia a gran escala, garantizando agua potable para miles de personas en zonas rurales de Guanajuato. El agua de lluvia, libre de arsénico y flúor, es clave para complementar nuestras reservas subterráneas, pero no es una solución mágica. Por eso, junto a numerosos aliados, Caminos de Agua también ha desarrollado tecnología pionera capaz de eliminar arsénico y flúor del agua subterránea de manera eficiente, económica y a escala comunitaria. Ganadora del Premio Ambiental RELX 2022, hoy estamos implementando estos sistemas —gestionados y operados completamente por las propias comunidades— en pueblos rurales.
En Caminos de Agua creemos que todos podemos contribuir a enfrentar la crisis hídrica, ayudando a cumplir nuestra misión: “mejorar la salud humana y el bienestar comunitario mediante el acceso adecuado y asequible al agua limpia”. Más que una organización, Caminos es una red integrada por investigadores académicos destacados, ONG ambientales, socios comunitarios, voluntarios y donantes que apoyan esta labor urgente.
