The White Lotus: la responsabilidad de los ricos

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Por Josemaría Moreno 

La tercera temporada de The White Lotus acaba de terminar.  Este fenómeno de HBO está dirigido y escrito por Mike White, quien ha reinventado la famosa fórmula de la narración detectivesca, poniendo un muerto desde la primera escena para después obligar al espectador a descubrir quién lo hizo, o quizás  más importante, a quién y por qué se lo hicieron. 

La fórmula ha sido un éxito, como lo revelan los números de televidentes que se conectaron a ver el final de temporada: 6 millones alrededor del mundo. Aunque algunos periodistas se preguntan si Mike White se ha olvidado del principal aporte de WL: señalar, con mordacidad y humor negro, que la culpa de todo en este mundo es de los ricos. 

Aunque ciertamente en esta última temporada faltó un staff del hotel que brillara por su choque directo con los ultraricos de visita en el hotel –el gerente del WL de la primera temporada será siempre el favorito de todos, como bien lo indican cientos de publicaciones en Reddit–, yo no diría que la fórmula de Mike se haya desviado de su propósito original: explotar la superficialidad de la élite económica para denunciar su potencial social (auto)destructivo. Esta postura, sin spoilers de por medio, bien la puede ilustrar el personaje de la inmejorable Parker Posey –con todo y su acento sureño y falta de lorazepam–, cuando satisfecha y llena de sí misma, le comenta a su hija “nadie en la historia del mundo ha vivido mejor que nosotros, ni siquiera los reyes y reinas de antaño. Lo menos que podemos hacer es disfrutarlo. No hacerlo sería ofensivo”. 

No, miles, millones de personas, no están de acuerdo con usted, señora. Lo menos que podrían hacer sería pagar impuestos progresivos que se ajusten a los desmedidos ingresos malhadados de los que se privilegian para viajar por el mundo como reyes sin clase, destruyendo todo atractivo cultural por el que se cruzan y de paso modificando, cual especie invasiva, las formas de vida, de salario, de renta e ingresos que los locales no podemos más que absorber como única forma de subsistencia en estos enclaves que ustedes llaman paradisíacos, sin siquiera poder atinar en el mapa donde están ubicados.  

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